La productividad de los pozos en Vaca Muerta vuelve a estar en el centro del debate energético nacional, en un contexto donde la tensión internacional, motivada por la escalada bélica en Medio Oriente, genera una mayor volatilidad en los mercados de hidrocarburos y plantea desafíos para el crecimiento sustentable de la cuenca neuquina.
Un reciente estudio técnico reveló que más del 60% de los pozos actualmente en operación producen menos de 125 barriles diarios, lo que constituye una señal de alarma sobre la sostenibilidad del crecimiento productivo en la región. Este dato fue difundido por el ingeniero en reservorios Gerardo Tennerini, quien advirtió que la mayoría de los pozos experimentan una fuerte declinación en su rendimiento con el paso del tiempo. La característica inherente a la explotación no convencional es que los niveles de producción caen bruscamente después de los primeros meses, generando un escenario en el que la productividad inicial, aunque elevada, puede no ser suficiente para sostener el crecimiento a largo plazo.
El impacto de la guerra en Medio Oriente, que ha llevado a una alta volatilidad en los precios internacionales del petróleo —con posibles picos que podrían superar los 100 dólares el barril—, intensifica la presión sobre la economía argentina y su sector energético. La incertidumbre y las interrupciones en el mercado global obligan a las operadoras a mantener un ritmo sostenido de perforaciones para compensar la rápida declinación de los pozos existentes, ya que, según el informe, el 80% de la producción actual proviene de menos del 20% de los pozos, concentrando la eficiencia en unos pocos.
Un ejemplo destacado de rendimiento inicial lo dio Vista Energy en su bloque Bajada del Palo Oeste, donde uno de sus pozos alcanzó en febrero de este año un promedio diario de 4.440 barriles, con picos de hasta 5.396 barriles. Sin embargo, estos casos son excepcionales, y la mayoría de los pozos muestra una caída significativa en su producción en pocos meses, lo que requiere una inversión constante y una planificación estratégica para mantener los niveles de extracción.
Este escenario plantea desafíos estructurales para el desarrollo a largo plazo de Vaca Muerta, donde la productividad no solo depende de la calidad de los yacimientos, sino también de la capacidad de realizar perforaciones continuas y de mantener el acceso a equipos y tecnología. La amenaza de una crisis de inversión o de interrupciones en las actividades de perforación, agravadas por la incertidumbre internacional, podría impactar negativamente en la producción total y en la sostenibilidad del crecimiento energético argentino.
En conclusión, en un contexto de alta volatilidad internacional y amenazas bélicas en Medio Oriente, la productividad de los pozos en Vaca Muerta revela la importancia de diversificar y fortalecer la inversión en nuevas perforaciones, asegurando así la sostenibilidad del desarrollo energético y la capacidad del país para aprovechar su potencial en hidrocarburos en los próximos años.
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