El país atraviesa un momento crucial en su historia energética, marcado por una serie de variables internacionales y locales que delinean su futuro en hidrocarburos y gas natural.
La reciente escalada bélica en Medio Oriente, motivada por la intervención armada de Estados Unidos en respuesta al potencial nuclear de Irán, ha generado un impacto directo en los precios internacionales del petróleo y en la economía argentina.
El viernes 20 de junio de 2025, el precio del petróleo Brent, referencia para la industria local, cerró en aproximadamente 77 dólares el barril, con una caída cercana al 2%. Sin embargo, este valor aún no refleja el incremento potencial que podrían experimentar los precios ante la amenaza de ataques a instalaciones nucleares iraníes, uno de los principales productores mundiales. La escalada bélica en la región mantiene una alta volatilidad en los mercados, con riesgos latentes de un aumento súbito en los precios, que podrían escalar hacia los 100 dólares el barril en cuestión de semanas. La tensión en torno al Estrecho de Ormuz, vía de tránsito clave para el crudo mundial, añade un componente de fragilidad al escenario, afectando la planificación y las expectativas del sector energético argentino.
Desde una perspectiva económica, Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía (EyE), advierte que cada variación de US$ 5 en el precio del barril puede significar unos US$ 1.400 millones adicionales o menos en el flujo de caja del sector petrolero argentino. Este dato revela la sensibilidad de la economía nacional a los vaivenes internacionales, y subraya la importancia de aprovechar los precios actuales para fortalecer las inversiones y la producción en Vaca Muerta, la joya de la corona energética del país.
Para Argentina, el incremento en los precios del petróleo es una oportunidad de oro. La combinación de precios en torno a los 75-80 dólares el barril favorece el aceleramiento de los proyectos de desarrollo en Vaca Muerta, que en los primeros meses del año registraron un superávit comercial energético de US$ 2.684 millones, un 10% más que en 2024. A pesar de una ligera disminución en los saldos de abril, la tendencia general sigue siendo positiva, impulsada por una mayor cantidad de petróleo exportado y unos precios relativamente altos.
El impacto de esta coyuntura en las inversiones es fundamental. Se cree que los proyectos en Vaca Muerta superarán los US$ 50.000 millones hacia fines de esta década, con una inversión que abarcará infraestructura de transporte, refinamiento y producción. La estrategia apunta a satisfacer primero la demanda interna y, posteriormente, a consolidar las exportaciones, generando divisas y fortaleciendo las cuentas públicas. La plataforma de exportación del Vaca Muerta Oil Sur, liderada por YPF junto a un consorcio de siete grandes petroleras, es un ejemplo de ello, con obras que aspiran a consolidar a Argentina como un actor clave en la exportación de hidrocarburos no convencionales.
Asimismo, la proyección del Gas Natural Licuado (GNL) confirma la apuesta del país por diversificar su matriz energética y potenciar su capacidad exportadora. El proyecto «Argentina LNG», que contempla tres etapas de exportación de shale gas, aspira a producir unas 30 millones de toneladas anuales, equivalente a 120 millones de metros cúbicos por día, casi el doble de la actual producción nacional. Esto generaría ingresos por aproximadamente US$ 15.000 millones anuales en divisas, consolidando a Argentina como un actor relevante en el mercado global de gas.
La capacidad del país para aprovechar estos vientos de cola determinará en buena medida su destino energético en los próximos años.
Por Cielo Manzi | Revista Petroquímica
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