En 2011, una evaluación realizada por el Departamento de Energía de Estados Unidos calificó el potencial de la formación Vaca Muerta como uno de los más promisorios del mundo. ¿Por qué? Los motivos son varios. Y se relacionan con su extensión, espesor y caracterización mineralógica; hasta con la historia geológica de la Cuenca Neuquina, que asegura diversos grados de madurez en distintas zonas y permite dirigir las explotaciones hacia la producción de gas o petróleos livianos a medianos.
También sobresalen otros aspectos muy relevantes que debemos contemplar en proyectos de esta magnitud: la ubicación en una región con extensiones de terreno y ríos caudalosos que posibilitan desarrollos sin interferir con emprendimientos agrarios o emplazamientos urbanos; disponibilidad de infraestructura básica –que deberá crecer en la medida en que se sumen proyectos–; una sociedad familiarizada con la industria por más de un siglo de explotaciones de petróleo y gas; y –fundamentalmente– conocimiento y experiencia de miles de técnicos especialistas y la incorporación delas nuevas generaciones.
El fracturamiento de formaciones es una práctica habitual que se ha aplicado en la industria durante décadas con el objetivo de mejorar la productividad en rocas reservorio poco permeables. Lo que cambia con relación aVaca Muertaes la escala necesaria, porque la roca es extremadamente cerrada y romperla requiere de la inyección de agua a mayor presión y caudal. Tampoco pueden fracturarse pozos de 2500 metros o más de tramo horizontal en una sola operación y hay que apoyarse en técnicas que permitan hacerlo en múltiples etapas.
El riesgo sísmico frecuentemente asociado a las fracturas hidráulicas no tiene fundamento porque el orden de magnitud de la energía puesta en juego en el fracking (fracturación hidráulica) resulta insignificante frente a los sismos naturales. No obstante, es de buena práctica el monitoreo sísmico continuo de las zonas de operaciones, tal lo implementado en Neuquén como línea base para comparaciones futuras.
Si bien todas las actividades dejan su huella ambiental, las prácticas actuales en perforación y producción aseguran la protección del aire, agua y suelo en las zonas de operaciones, en particular las aguas subterráneas que quedan protegidas en los pozos por una triple barrera de cañerías. En la eventualidad de un incidente, hay una serie de medidas que permitirán reducir los efectos y remediar las consecuencias, siempre en manos de especialistas y bajo supervisión de la autoridad de aplicación. Según expresa la nota de Perfil.